LA JUSTICIERA DEL CEMENTERIO



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Como se acerca Halloween, os voy a contar una pequeña historia que presenté hace tiempo a un concurso de microrrelatos fantásticos, que se ajusta a la temática de terror, pero con un toque de humor, porque creo que pueden maridar muy bien.
Feliz Halloween, o Día de Todos los Santos o Día de los muertos, lo que celebréis cada uno.


Desde que Manuela perdió a Antonio, se convirtió en la justiciera del cementerio. Después de varios años de viudedad, había evitado con su coraje una violación y doce atracos.
Aquella tarde, mientras recortaba su ramillete de flores artificiales con unos pulcros alicates, escuchó gritos. Al levantar la cabeza de la tumba de Antonio, vio correr a varias personas, tropezando y dejándose la garganta en horribles alaridos. No sabía qué ocurría hasta que vio avanzar con torpeza a un tipo con ropas sucias y raídas, llevando un maquillaje asqueroso, de los que se estilaban lucir por esa fiesta importada que llamaban jalowin. Parecía estar borracho o drogado, por la forma en que se movía. Enojada por el alboroto organizado, intentó detenerle con toda su energía.
    — ¡Serás cabrón! ¿Quieres matar de un infarto a alguna abuelita, hijo de puta? Ya te estás largando de aquí —le gritó.
Como aquel imbécil no retrocedía y por añadidura se giró hacia ella con intenciones poco claras, le lanzó los alicates a la cabeza. Ya lidiaría con la policía si la denunciaba, alegando que fue en defensa propia. La herramienta impactó contundente contra su cabeza, que cayó al suelo, estallando como una calabaza podrida. El cuerpo se desplomó a continuación, presa de espasmos poco naturales, hasta que quedó inmóvil.
Manuela se quedó sin respiración al acercarse a aquella cosa maloliente, pero sin dejarse acobardar, recogió sus alicates, los limpió en la ropa de aquel zarrapastroso y sopló sobre ellos, como si fuera su revolver, imponiéndose su heroína interior.
    — ¡Chúpate esa! ¡Zombis a mí...!
Hasta la próxima entrada.

EL APESTOSO






En esta ocasión nuestro director propuso un ejercicio donde ejerciéramos nuestra faceta más humorística. Es, a mi modo de ver, lo más complicado del mundo. Es mucho más sencillo provocar lágrimas, inquietud, e incluso terror, que sacar una sonrisa o una carcajada del lector. Se trató de un doble reto, porque uno de los tertulianos, editor por más señas, ofreció un premio al relato con la mejor primera frase de todos. Uno de los mejor valorados fue el mío, pero no gané ese premio porque había una frase mejor. En fin, a ver qué opinais sobre este relato humorístico en plena invasión zombi.




EL APESTOSO

Sobrevivió a la primera oleada de la hecatombe zombi por ser un auténtico guarro. Cuando los muertos vivientes, tras echar abajo la puerta de su casa y devorar a su familia, llegaron a su habitación, le hallaron entre kilos de ropa sucia, restos de pizza y refrescos, concentrado en su videojuego y aislado por su música a todo volumen. Al percibir el hedor a podredumbre y sudor rancio, los zombis le consideraron como uno de los suyos y, sin que José Miguel percibiera su presencia, se fueron en busca de algún cerebro que devorar.
Tardó horas en darse cuenta de que se hallaba en medio del apocalipsis. Le extrañó que su madre no le gritara que saliera a cenar, que recogiera su cuarto, que se duchara o cualquier otra cosa que le exigía a cada momento. Cuando apuró los restos de pizza y salió de su santuario, vio los restos de su familia. Tardó un rato en procesarlo, pero su entrenamiento desde la más tierna juventud en masacrar muertos andantes, evitó que se sintiera aterrorizado por el espectáculo dantesco. Decidió que no podía quedarse en la misma casa conviviendo con los despojos de su familia, porque sería incómodo, de modo que se armó de todo lo que podía servir, como un bate de beisbol, un cuchillo afilado, toda la comida que pudo cargar, un par de calzoncillos, y se marchó.
Su madre estaría orgullosa si le hubiera visto combatir a los zombis desde sus mismas filas, utilizando las neuronas, nuevecitas sin estrenar, para sobrevivir. Cuando se le acabó la comida y sintió los rugidos de su estómago, le llegó la iluminación: la mejor forma de combatir al enemigo era matarle de hambre. Si conseguía mantenerse con vida unos cuatro años, más o menos, cuando los muertos hubieran infectado a más del 50% de la población, empezarían a tener serios problemas para encontrar a vivos para devorarles o infectarles. Desde aquí, su incremento se detendría, estabilizaría y finalmente estarían demasiado podridos para suponer una amenaza, pues se caerían a pedazos. Se sintió genial por hallar la solución global: sobrevivir a toda costa mientras la naturaleza seguía su curso, aunque eliminaría enemigos como distracción, ya que no tenía sus videojuegos.
Tras meses sin ducharse, con la salud mermada y hambriento porque las reservas alimenticias estaban tocando a su fin, José Miguel era el perfecto infiltrado entre las filas enemigas. Aquellos idiotas descerebrados, que actuaban por instinto como una manada, no se planteaban por qué él no se deterioraba al mismo ritmo que ellos, ni por qué desaparecían sus colegas. No pensaban y punto.
A pesar de su asqueroso aspecto, era muy popular entre sus amigos supervivientes. Le llamaban «el apestoso» y fue ascendiendo puestos en el escalafón de la resistencia. Pasados cuatro años, tal como él predijo, la población de zombis comenzó a mermar, vislumbrándose el final de la invasión. Debido a sus méritos, y a pesar de su escasa inteligencia y pésima formación académica, la colonia de humanos acabó eligiéndole como Presidente del Gobierno.

Hasta la próxima entrada!!

AROMA A LIBERTAD





¿Qué hacer cuando te proponen situarte en un campo de flores preciosas y no debes escribir nada romántico, moñas, ñoño, etc. Pues situas allí un escenario bélico, lo más lejano de algo bucólico, dulce o bonito. Eso hice en este ejercicio, que titulé "Aroma a libertad" y que hoy os presento. Además todos los relatos debían finalizar con la frase: "porque aunque duela, al final, la verdad es lo único que vale" Aunque parezca fácil, no lo es tanto, pero el club de escritura creativa busca despertar la creatividad y buscar nuevos recursos cada vez, en eso se basa y es divertido trabajar en ello.
Espero que lo disfruteis, aunque, la verdad, no es de los ejercicios que prefiero.



AROMA A LIBERTAD

La misión consiste en controlar una vasta extensión de terreno de cultivos desde la montaña hasta el llano. Han sido avistados soldados enemigos por estas tierras. Debemos estar atentos, porque, literalmente, nos va la vida en ello. La frontera está cerca, tanto que si estirara la mano, creo que ella estaría en tierra enemiga y el resto de mi cuerpo seguiría en mi patria.
A veces no sé qué me sigue uniendo a mi país. Puede ser que solo sea el miedo, porque no tengo ya familia ni algo que se pueda llamar un hogar. Unos murieron de hambre y otros en la cárcel, menos mi madre, que murió de tristeza por haberlos perdido a todos. En su lecho de muerte, siendo yo muy joven, me pidió por favor que me enrolara en el ejército, para tener cama, techo y comida asegurada, y yo se lo prometí con toda solemnidad, para que muriera en paz, no por vocación ni porque creyera en la causa por la que empuño un arma contra cualquiera que muestre una huella de rebelión o un simple gesto de disgusto contra el régimen. Nuestro líder supremo Kim Jong-Un solo admite sonrisas y sumisión absoluta, sea cual sea la decisión adoptada.
Y mientras camino en silencio por este lugar hermoso, donde, por ahora, se respira una paz que invita a la reflexión, contemplo la belleza de esos colores que me hablan de un nuevo renacer tras un duro invierno. Recuerdo mis paseos infantiles por lugares como este, de la mano de mi abuela, mientras me hablaba de cada planta, de los árboles y las montañas. El uniforme que luzco queda tan anacrónico en este sitio maravilloso que siento deseos de arrancármelo, arrojar mi arma lejos y correr hacia la ansiada libertad, todo lo rápido que den de sí mis entrenadas piernas. Eso es lo que siento al aspirar este aroma fragante, pero sé de sobra que hacerlo sería lo mismo que arrojarme por la ventana de un séptimo piso: un genuino suicidio.
Vivo en la maravillosa República Popular Democrática de Corea, donde pasamos hambre de comida y de expresión, pero solo unos pasos más allá hay un lugar donde no viviría con temor y donde tendría una oportunidad para ser feliz el resto de mi vida. Bastaría una carrera no muy larga, para la que estoy de sobra preparado. Aspiro este aroma a pasado y a felicidad que envuelve la mañana y la sangre hierve en mis venas. Ha llegado el momento de desertar.
Corro tanto como puedo, como si la fuerza de todos mis seres queridos me impulsara. Inculcaron en mí el miedo a hablar y a pensar, pero en el fondo, solo querían salvar mi vida. Hoy les llevo en mi corazón para que ellos también acaben en una tierra de libertad.
Suenan disparos. La frontera estaba más lejos de lo que pensaba. Un dolor profundo me muerde en la espalda y en el brazo. Caigo y me levanto. Mis piernas siguen intactas y el aroma primaveral se llena de olor a sangre y a miedo, pero no voy a rendirme. Resistiré. Unos pasos más y seré libre, ya tendré tiempo para morir mañana, porque aunque duela, al final, la verdad es lo único que vale.

 ¡¡Hasta la próxima entrada!!

FELIZ SAN VALENTIN







Seguimos, amigos y amigas, con los ejercicios propuestos por Javi García en el Club de Escritura Creativa. En esa ocasón, llegado el mes de febrero y por lo tanto la festividad de San Valentín, que nos propuso escribir una carta de amor... o de desamor.
¿Y por qué no, me dije, unir ambas cosas? ¿Dónde está la frontera? ¿En qué momento acaba el amor y empieza la indiferencia o incluso el odio? ¿Y si el culmen del amor fuera precisamente la separación, conceder al libertad a la pareja, para que viva según esos deseos que ha manifestado durante casi toda la unión?
Pues así, con estos preliminares, nació mi composión. A ver si os gusta.

"FELIZ SAN VALENTIN

Querido Pablo:
Seguro que cuando has visto la carta encima de la mesa habrás pensado: «Ya está la tonta con sus chorradas de San Valentín». La habrás dejado allí mientras cogías una cerveza de la nevera y comprobabas que no tenías nada para cenar ni allí ni en el microondas. Entonces te habrás extrañado y la habrás abierto, a ver si te revelaba algún dato sobre mi injustificada ausencia. Pues en efecto, se trata de mi regalo de San Valentín. Mi último regalo es anunciarte que te he dejado.
No es que no te quiera. Por eso he resistido veinte años a tu lado. Es que me he cansado de vivir dejando atrás mis sueños, de los domingos de fútbol y de no salir a ningún lugar divertido, al menos sin llevarte detrás, quejándote y con mala cara. Estoy harta de quedarme en un rincón, esperando que la vida me ofrezca algo más. Y sobre todo, odio que olvidaras por sistema todas las fechas importantes. Ya no hablo del «Día de los Enamorados», que para ti «es una tontería, porque el día de los enamorados se celebra todos los días del año». Por eso te has librado de regalarme ningún detalle desde que nos casamos. Obvias deliberadamente nuestro aniversario de boda y vas, a última hora, de mala gana y sin acertar ni una sola vez, a comprarme algo para mi cumpleaños o para Navidad. No se trata de que sea materialista, pero me gusta recibir un detalle, como a todo el mundo, y soy muy fácil de contentar... si escucharas alguna vez cuando te hablo de lo que me gusta.
Hoy, aprovechando que tenías todo el día ocupado entre el trabajo y la partida de cartas de los miércoles, me he decidido. ¿Recuerdas mi flamante carrera universitaria? Te burlaste, diciéndome que estaba ridícula estudiando con todos esos jovencitos. Pues resulta que me va a venir de perlas para tener un empleo, pero como todo en España está todo tan mal, me buscaré la vida como mis compañeros, en algún lugar de Europa. Te lo cuento por si te da por buscarme. Ni te lo plantees, porque según tú, «no cogerías un avión ni aunque te anestesiaran y jamás viajarías al puto extranjero, cuando hay tantas cosas que ver aquí en España» (cosas que tampoco hemos visto, por tu amor incondicional por tu sofá, tu televisor y tus cervezas).
No es que no te quiera, repito. De hecho, te regalo lo que más has deseado en estos años: tu añorada libertad. Envidiabas a tus amigos solteros y divorciados, pues ya formas parte de ellos. Espero que te vaya bien, aunque te aconsejo que pierdas esa barriga cervecera y recuperes aquel encanto perdido que te hizo conquistarme, porque si no, no te vas a comer ni una rosca.
Feliz último San Valentín, Besos y mucha suerte en tu segunda oportunidad.
Liberada "

Besos y hasta la próxima entrada!!





EL PODER DE LA MENTE


De nuevo debo pedir disculpas por este cruel abandono de mi blog durante meses. Vivo constantemete estresada y no tengo tiempo de nada. Pero hoy que tenía un momentito, vuelvo para compartir este relato que escribí para el Club de Escritura Creativa La Virgulilla. 

El ejercicio consistía en una conversación entre un cliente y un banquero, con ciertas palabras prohibidas y una frase obligatoria. Os lo recuerdo porque os pueden extrañar algunos giros. que eran obligatorios para el ejercicio.

Espero que os guste y deseo de todo corazón poder compartir con vosotros otro relato muy pronto.

Besos, lectores y lectoras!!






EL PODER DE LA MENTE

Solicitar un préstamo sin unos ingresos estables ni un aval, es un suicidio. Imposible.
No tengo la culpa de que mis viejecitos se mueran. Pero nunca me falta gente para cuidar. Lo hemos intentado todo. El otro día denegó a mis padres un préstamo para pensionistas. Ellos cumplían todas las condiciones y les dijo que no, sin pestañear.
La pensión que reciben es insuficiente para afrontar las cuotas. Y usted no puede ser su avalista con sus ingresos.
Nunca hemos dejado de pagar nuestras deudas. Pero ahora hemos sufrido muchos imprevistos. El nivel de vida no deja de subir y las pensiones no. Mis padres tienen que pagar las medicinas, que cada vez son más... Debe valorar la honradez de sus clientes, no el dinero que tienen en la cuenta.
Usted no entiende todos los entresijos de la banca. Tengo las manos atadas.
La conversación de besugos continúa por esos derroteros durante el interminable plazo de diez minutos, durante los cuales, la angustia vital se va incrementando y con ella, va creciendo el fuego interno que inflama el cerebro de Anamar, hasta hacerlo estallar en llamas, mientras procesa palabras huecas como créditos, vencimientos, renta garantizada, comisiones...
Tengo un aval que no me puede fallar —asegura ella, quemando su último cartucho.
Haberlo dicho antes. ¿De qué se trata?
Las cartas del tarot me han revelado que ganaré el nuevo concurso para cantantes de la tele. Lo consulté hasta tres veces. Estoy tan segura que me presentaré mañana al casting.
...
Ya sé que no me cree, pero todo está en las cartas, si sabes interpretarlas.
¡Vale! Hasta aquí hemos llegado. No me haga perder más tiempo, por favor.
Ganaré el concurso. Seré la nueva Susan Boyle. Conseguiré contratos. Y usted me rogará que ingrese mi dinero en su puto banco.
De acuerdo. Hablaremos entonces. De momento, salga de mi despacho.
Vale. Empecemos de nuevo. No tengo más remedio que hacer esto, y le va a doler.
Voy a llamar a seguridad —advierte él, levantándose. Ha advertido el peligro en su voz.
¡Siéntese y escúcheme! —exclama Anamar y su orden suena como el chasquido de un látigo. El señor Pérez, director de la sucursal de una importante entidad bancaria, se sienta de golpe y se queda mirándola con un gesto asombrado. Es como si alguien le hubiera empujado hacia su cómodo sillón, pero ella no se ha movido ni un centímetro.
¿Qué demonios...?—masculla, incrédulo, sin poder levantarse a pesar de sus esfuerzos.
Eso dice mi madre, que estoy endemoniada, porque a veces pasan cosas cuando me enfado o cuando estoy muy asustada. Ahora mismo reúno las dos condiciones para que usted no salga vivo de aquí, pero tiene familia que no se merece perderle, aunque sea un cretino.
¡Llamaré a seguridad!—repite él, con un hilo de voz. Ni sus cuerdas vocales ni su brazo funciona. No puede llamar por teléfono. Siente un ahogo muy difícil de explicar.
No lo hará. Solo moverá esa mano tan fina con su manicura perfecta, para firmar el documento que me conceda el préstamo. Si alguien le recrimina que fue una decisión arriesgada, le dirá que cree en mí, que pagaré aunque me muera de hambre, hasta que llegue mi momento y sea famosa. Mientras tanto, mis padres, unos pensionistas que han pasado su vida entre el trabajo y la iglesia, no perderán su casa por no poder pagar la hipoteca.
¡No puedo hacer eso! ¡No sé qué me está haciendo, pero no podrá conmigo!
Si que podré. Porque no saldremos de aquí hasta que firme. Y le aseguro que si una vez me marche, rompe o anula esos documentos, no llegará a salir vivo de esta puta sucursal.
Por un momento se celebra un duelo de voluntades. Él es demasiado racional para creer que esa chica mojigata que se viste como la beata de su madre, sea una nueva versión de la sangrienta Carrie de Stephen King, pero todo apunta a que así es. Lo que tiene claro es que está loca y que acabará con él si no firma esos documentos. Traga saliva, valorando sus posibilidades.
Piénselo un instante. ¿Cómo le tengo sujeto? Con el poder de mi mente, señor Pérez. El mismo poder que uso para leer mis cartas y ver mi brillante futuro. No tengo muchos estudios. He trabajado desde muy joven para ayudar a mis padres, gente pobre pero honrada, que no han hecho daño a nadie en su vida. Yo, por desgracia para usted, no soy tan buena. He pasado la vida temiendo la cercanía de la gente, aunque luché por ser normal y formar una familia. Ahora tendré mi momento de gloria. Y usted obtendrá sus beneficios por haber firmado ese documento. Pero si no lo hace, usted morirá y yo me dirigiré a otro banco. Decida —le da el ultimatum con voz calmada.
De acuerdo. Firmaré. Esto es muy extraño, pero lo haré. Defenderé ante mis superiores la conveniencia de este préstamo. Incluso la avalaré personalmente, si no hay otro remedio. Y más le vale ganar ese puto concurso, o la hundiré en la miseria y a sus padres con usted.
Anamar sonríe triunfante. Desde que desarrolló su poder en sus largas horas en soledad, nada se le resiste. Incluso los viejecitos que cuida están mejor de la memoria. Mientras él estampa su temblorosa firma en los formularios, ella comienza a pensar en el casting. No puede llevar sus faldas largas hasta la pantorrilla ni sus blusas abrochadas hasta el cuello. Ha llegado la hora de vestir ropa moderna y de liberar esa gran voz que solo suena en la ducha o en la iglesia.
Cuando sale a la calle, con su préstamo concedido, respira hondo y saborea el instante.
Este mundo es una puta mierda, pero ya no tengo miedo —se repite como un mantra.


EL MISTERIO DE LA VACA DESAPARECIDA


Mil disculpas, lectores y lectoras, por el total abandono de mi blog durante mucho, mucho, mucho tiempo. Lo cierto es que me he visto inmersa en una vorágine de actividades, aderezadas por mi incorporación al precioso mundo de las abuelas y la obligación que me he buscado de convertirme en la cronista oficial de eventos que se celebran en Castellón. Por todo lo cual, sumado al trabajo, la casa, la  familia, escribir o revisar mis novelas, participar en todos los actos culturales a los que llego y leer lo que puedo, que no es mucho, para mi vergüenza, algo tenía que dejar atrás, y ha sido mi pobre blog.

En fin, aquí regreso, y como primer propósito de 2019 (sí, aún no me había planteado ninguno, porque no suelo cumplirlos y luego me frustro) será hacer una entrada a la semana, al menos. Puedo compartir con vosotros las crónicas de los eventos que cubro, o mis relatos cortos, aquellos que he ido presentando al Club de Escritura Creativa y de los cuales os hablé en la anterior entrada. Decidido, las dos cosas. Así compartiré con vosotros parte de la frenética actividad a que me someto. 
¡Ah! Y pronto se celebrará en Castellón el Festival Castelló Negre, en el cual participo activamente, por ser autora de la colección de género negro que han promovido, y entonces os narraré mi experiencia e impresiones.

Pues bien, el relato que veréis a continuación tiene su gracia. Javi García, el director de nuestro Club de escritura creativa, vio una noticia en la prensa. Resulta que una vaca se había escapado de los festejos taurinos de un pueblo cercano y desapareció, sin que pudieran localizarla, de lo cual me alegro muchísimo, porque estoy en contra del maltrato animal. El caso fue muy comentado y misterioso, y a Javi se le ocurrió que escribiéramos un relato sobre la vaca. Todos nos quedamos pasmados. ¿Qué íbamos a escribir? Ni idea. En mi caso, si fuera sobre un perro o un gato, por ejemplo, podría escribir una novela entera, pero ¿sobre una vaca desaparecida? Pues os tengo que confesar que salieron relatos de lo más ingeniosos, graciosos, absurdos, pero agudizamos el ingenio para completar el ejercicio.  Esto es lo que me salió a mí, y si veis alguna palabra que parece que haya encajado con un calzador, es que existen ciertas palabras obligatorias en el texto. 

Besos y hasta la próxima entrada. Palabra que será la semana que viene, de verdad.




EL MISTERIO DE LA VACA DESAPARECIDA

Debido a la inoperancia de los cuerpos de seguridad para hallar el rastro de la vaca desaparecida durante los festejos de la localidad, habiendo comprobado que en plena naturaleza era como buscar una aguja en un pajar y a riesgo de convertirse en la comidilla de toda España y parte del extranjero, se barajó la posibilidad de encargar su búsqueda a un equipo de investigación especial. El Jefe de Policía les llamaba «los frikis», porque utilizaban toda clase de métodos y artefactos, con los que muchas veces habían resuelto algún caso que se le había resistido.
Lo primero que propusieron fue volar un dron con una cámara. Al clásico policía no le gustaban aquellos aparatos. Le parecían juguetes de aeromodelismo, que se desmontaban cada dos por tres al chocar contra algún obstáculo, o se descontrolaban y volaban sin rumbo hasta que se les terminaba el combustible, pero ya estaba tan desesperado por encontrar la vaca perdida, que pasó por alto sus temores.
Les costó un buen rato localizarla, porque el animal poseía la facultad de mimetizarse con el entorno. Como estaba acostumbrada al ruido, no salió corriendo al sentir la presencia zumbona del dron. Señalaron su posición para que los pastores la recuperaran. Estos llegaron a verla, pero tal como apareció, desapareció ante sus narices. Los miembros del equipo especial ya habían guardado el aparato cuando les dijeron que la habían perdido de nuevo. No podían creer que fueran tan inútiles. Se marcharon, dejando solo a Luis, que no se quedó por dignidad, ni mucho menos por la recompensa prometida. Accedió a volver a volar el dron porque podía significar puntos para él, ya que estaba loco por la hija del Jefe de Policía, quien no le dejaba salir con ella.
Mientras anochecía, la posibilidad de hallar a la vaca iba diluyéndose de nuevo. Y para rematar el día, apareció una pareja que pretendía ser discreta, pero conducían un coche americano que no pasaba desapercibido. Luis les observó mientras se le acercaban. Él era un tipo alto y atractivo, pero desgarbado y ella una pelirroja muy guapa, con mucho aplomo.
Le preguntaron en un español aceptable si por la zona había desaparecido alguien, porque habían observado la intensa búsqueda. Cuando Luis les contó que buscaban una vaca, ambos arquearon las cejas. Indagaron si por allí había desaparecido alguien más, y creyó entender que se interesaban por si había visto luces en el cielo o incluso una nave. Le tocó a Luis asombrarse. Él creía en la vida alienígena, y parecía que aquellos extranjeros también. Lo cierto es que había visto una especie de flash o un relámpago lejano, una vez hubieron localizado a la vaca y se lo comunicaron a los pastores. Al momento les llamaron, comunicándoles que la habían perdido de vista otra vez.
    Es posible que un OVNI abduciera a la vaca. Pero no le veo la gracia. Podían haberme llevado a mí. Yo aprovecharía mejor el viaje por el universo —.bromeó el chico, y los dos forasteros intercambiaron una mirada significativa.
    ¿El animal estaba en algún tipo de peligro? ¿Iban a sacrificarla? — preguntó el hombre.
    No llevaba una vida muy tranquila, que digamos. La utilizaban en festejos de calle. La soltaban, la gente jugaba con ella, recibían algún revolcón y luego la metían en el cajón, para utilizarla otro día. No las matan hasta que se hacen viejas para correr detrás de la gente —. les explicó el chico, manifiesto anti-taurino, o mejor expresado, anti-festejos taurinos.
    Los dos extranjeros se miraron y asintieron. Le dijeron que posiblemente no la hallaría con su dron, porque estaría a miles o millones de millas de distancia. Luis se encogió de hombros. Iba a seguir buscándola. Si seguía en este planeta, la encontraría. Este pensamiento le hizo sonreír.
    Cuando subieron al coche, el agente Mulder sonrió a Scully.
    De momento no bajaremos el telón, Scully. Se trata de otro caso. Nuestros amigos alienigenas están rescatando animales en peligro —. aseguró, mientras arrancaba.
    ¿Quién sabe, Mulder? Quizá la utilicen para una barbacoa —.bromeó Scully.
    ¿En serio piensas que van a recorrer millones de años luz para comer chuletones?—se rió Mulder.
    A lo largo de nuestra carrera hemos visto cosas mucho más increíbles —señaló ella, tan escéptica como siempre, poniéndose el cinturón de seguridad.


Rebeca se despertó en un prado de fragante hierba de color violeta. Parecía un lugar apacible, pero no recordaba cómo había llegado hasta allí. A su alrededor había animales de los que había oído hablar a las vacas más veteranas, que cantaban tristes baladas por los hermanos que iban desapareciendo de la faz de la Tierra: perritos de la pradera, monos araña, monos rojos colobo, iguanas crestadas y tortugas carey, así como albatros, egotelos de Nueva Caledonia o cucos de Sumatra. Más allá, separados de ellos por la seguridad de una valla, pudo ver guepardos asiáticos, leopardos de las nieves y tigres de Amur, murciélagos de la fruta, lobos rojos y pangolines chinos.
Se preguntó qué hacía ella allí, entre animales que los humanos casi habían eliminado, y con su inteligencia bovina, dio con la respuesta. Alguien había contemplado su desesperada fuga, teñida de miedo y de rebeldía, y la había ayudado a escapar de su cruel destino, que no tardaría mucho en llegar. Agradecía la inesperada ayuda, aunque no la hubiera devuelto al precioso prado que recordaba de su infancia. Levantó el hocico hacia aquel cielo anaranjado y aspiró el aroma de la libertad.