EL MISTERIO DE LA VACA DESAPARECIDA


Mil disculpas, lectores y lectoras, por el total abandono de mi blog durante mucho, mucho, mucho tiempo. Lo cierto es que me he visto inmersa en una vorágine de actividades, aderezadas por mi incorporación al precioso mundo de las abuelas y la obligación que me he buscado de convertirme en la cronista oficial de eventos que se celebran en Castellón. Por todo lo cual, sumado al trabajo, la casa, la  familia, escribir o revisar mis novelas, participar en todos los actos culturales a los que llego y leer lo que puedo, que no es mucho, para mi vergüenza, algo tenía que dejar atrás, y ha sido mi pobre blog.

En fin, aquí regreso, y como primer propósito de 2019 (sí, aún no me había planteado ninguno, porque no suelo cumplirlos y luego me frustro) será hacer una entrada a la semana, al menos. Puedo compartir con vosotros las crónicas de los eventos que cubro, o mis relatos cortos, aquellos que he ido presentando al Club de Escritura Creativa y de los cuales os hablé en la anterior entrada. Decidido, las dos cosas. Así compartiré con vosotros parte de la frenética actividad a que me someto. 
¡Ah! Y pronto se celebrará en Castellón el Festival Castelló Negre, en el cual participo activamente, por ser autora de la colección de género negro que han promovido, y entonces os narraré mi experiencia e impresiones.

Pues bien, el relato que veréis a continuación tiene su gracia. Javi García, el director de nuestro Club de escritura creativa, vio una noticia en la prensa. Resulta que una vaca se había escapado de los festejos taurinos de un pueblo cercano y desapareció, sin que pudieran localizarla, de lo cual me alegro muchísimo, porque estoy en contra del maltrato animal. El caso fue muy comentado y misterioso, y a Javi se le ocurrió que escribiéramos un relato sobre la vaca. Todos nos quedamos pasmados. ¿Qué íbamos a escribir? Ni idea. En mi caso, si fuera sobre un perro o un gato, por ejemplo, podría escribir una novela entera, pero ¿sobre una vaca desaparecida? Pues os tengo que confesar que salieron relatos de lo más ingeniosos, graciosos, absurdos, pero agudizamos el ingenio para completar el ejercicio.  Esto es lo que me salió a mí, y si veis alguna palabra que parece que haya encajado con un calzador, es que existen ciertas palabras obligatorias en el texto. 

Besos y hasta la próxima entrada. Palabra que será la semana que viene, de verdad.




EL MISTERIO DE LA VACA DESAPARECIDA

Debido a la inoperancia de los cuerpos de seguridad para hallar el rastro de la vaca desaparecida durante los festejos de la localidad, habiendo comprobado que en plena naturaleza era como buscar una aguja en un pajar y a riesgo de convertirse en la comidilla de toda España y parte del extranjero, se barajó la posibilidad de encargar su búsqueda a un equipo de investigación especial. El Jefe de Policía les llamaba «los frikis», porque utilizaban toda clase de métodos y artefactos, con los que muchas veces habían resuelto algún caso que se le había resistido.
Lo primero que propusieron fue volar un dron con una cámara. Al clásico policía no le gustaban aquellos aparatos. Le parecían juguetes de aeromodelismo, que se desmontaban cada dos por tres al chocar contra algún obstáculo, o se descontrolaban y volaban sin rumbo hasta que se les terminaba el combustible, pero ya estaba tan desesperado por encontrar la vaca perdida, que pasó por alto sus temores.
Les costó un buen rato localizarla, porque el animal poseía la facultad de mimetizarse con el entorno. Como estaba acostumbrada al ruido, no salió corriendo al sentir la presencia zumbona del dron. Señalaron su posición para que los pastores la recuperaran. Estos llegaron a verla, pero tal como apareció, desapareció ante sus narices. Los miembros del equipo especial ya habían guardado el aparato cuando les dijeron que la habían perdido de nuevo. No podían creer que fueran tan inútiles. Se marcharon, dejando solo a Luis, que no se quedó por dignidad, ni mucho menos por la recompensa prometida. Accedió a volver a volar el dron porque podía significar puntos para él, ya que estaba loco por la hija del Jefe de Policía, quien no le dejaba salir con ella.
Mientras anochecía, la posibilidad de hallar a la vaca iba diluyéndose de nuevo. Y para rematar el día, apareció una pareja que pretendía ser discreta, pero conducían un coche americano que no pasaba desapercibido. Luis les observó mientras se le acercaban. Él era un tipo alto y atractivo, pero desgarbado y ella una pelirroja muy guapa, con mucho aplomo.
Le preguntaron en un español aceptable si por la zona había desaparecido alguien, porque habían observado la intensa búsqueda. Cuando Luis les contó que buscaban una vaca, ambos arquearon las cejas. Indagaron si por allí había desaparecido alguien más, y creyó entender que se interesaban por si había visto luces en el cielo o incluso una nave. Le tocó a Luis asombrarse. Él creía en la vida alienígena, y parecía que aquellos extranjeros también. Lo cierto es que había visto una especie de flash o un relámpago lejano, una vez hubieron localizado a la vaca y se lo comunicaron a los pastores. Al momento les llamaron, comunicándoles que la habían perdido de vista otra vez.
    Es posible que un OVNI abduciera a la vaca. Pero no le veo la gracia. Podían haberme llevado a mí. Yo aprovecharía mejor el viaje por el universo —.bromeó el chico, y los dos forasteros intercambiaron una mirada significativa.
    ¿El animal estaba en algún tipo de peligro? ¿Iban a sacrificarla? — preguntó el hombre.
    No llevaba una vida muy tranquila, que digamos. La utilizaban en festejos de calle. La soltaban, la gente jugaba con ella, recibían algún revolcón y luego la metían en el cajón, para utilizarla otro día. No las matan hasta que se hacen viejas para correr detrás de la gente —. les explicó el chico, manifiesto anti-taurino, o mejor expresado, anti-festejos taurinos.
    Los dos extranjeros se miraron y asintieron. Le dijeron que posiblemente no la hallaría con su dron, porque estaría a miles o millones de millas de distancia. Luis se encogió de hombros. Iba a seguir buscándola. Si seguía en este planeta, la encontraría. Este pensamiento le hizo sonreír.
    Cuando subieron al coche, el agente Mulder sonrió a Scully.
    De momento no bajaremos el telón, Scully. Se trata de otro caso. Nuestros amigos alienigenas están rescatando animales en peligro —. aseguró, mientras arrancaba.
    ¿Quién sabe, Mulder? Quizá la utilicen para una barbacoa —.bromeó Scully.
    ¿En serio piensas que van a recorrer millones de años luz para comer chuletones?—se rió Mulder.
    A lo largo de nuestra carrera hemos visto cosas mucho más increíbles —señaló ella, tan escéptica como siempre, poniéndose el cinturón de seguridad.


Rebeca se despertó en un prado de fragante hierba de color violeta. Parecía un lugar apacible, pero no recordaba cómo había llegado hasta allí. A su alrededor había animales de los que había oído hablar a las vacas más veteranas, que cantaban tristes baladas por los hermanos que iban desapareciendo de la faz de la Tierra: perritos de la pradera, monos araña, monos rojos colobo, iguanas crestadas y tortugas carey, así como albatros, egotelos de Nueva Caledonia o cucos de Sumatra. Más allá, separados de ellos por la seguridad de una valla, pudo ver guepardos asiáticos, leopardos de las nieves y tigres de Amur, murciélagos de la fruta, lobos rojos y pangolines chinos.
Se preguntó qué hacía ella allí, entre animales que los humanos casi habían eliminado, y con su inteligencia bovina, dio con la respuesta. Alguien había contemplado su desesperada fuga, teñida de miedo y de rebeldía, y la había ayudado a escapar de su cruel destino, que no tardaría mucho en llegar. Agradecía la inesperada ayuda, aunque no la hubiera devuelto al precioso prado que recordaba de su infancia. Levantó el hocico hacia aquel cielo anaranjado y aspiró el aroma de la libertad.