SIEMBRA DE LIBROS EN OTOÑO





 Buenas noches, lectores y lectoras.

Hoy os hablaré de la siembra de libros de otoño. ¿Os suena de algo este concepto? La idea es dejar un libro en un espacio público: un autobus, un bar, un cine, un parque, donde se os ocurra. En el interior debe figurar que el libro forma parte del "Club de los Libros Perdidos", que pertenece a quien lo encuentre, pero que al finalizar su lectura, en la próxima siembra de libros deberá ser liberado, para que pueda ser leído por otras personas. También debe consignarse el día y lugar donde fue perdido, así es posible saber por dónde ha viajado.

Este evento a nivel mundial se celebra cada cambio de estación: 21 de marzo, 21 de junio, 21 de septiembre y 21 de diciembre.

Con este simple gesto fomentareis la lectura y podéis cambiarle la vida a alguien, asi como suena. ¿No os parece una gran hazaña? A mi si.

Mucha gente participa de esta actividad sembrando docenas de libros, con sus familias, con sus estudiantes y maestros, no hay límites ni más condiciones que las mencionadas antes, así es que son todos bienvenidos a participar.

Y para ilustrar un poco más este concepto, os voy a contar una historia, un relato que habla precisamente de una siembra de libros, y de lo le ocurrió a alguien que sembró uno. Se titula "El destino del libro", y participó en un concurso de microrrelatos, donde apenas fue votado, supongo que por su extensión, ja ja ja. Os dejo con él y os deseo feliz siembra de libros.

EL DESTINO DEL LIBRO.

Se enteró por Internet de una actividad de promoción de la lectura denominada «siembra mundial de libros». Para participar, debía dejarse un libro en un lugar público al cambiar cada estación, con una nota en su interior, indicando a quien lo tomase que debía leerlo y dejarlo de nuevo en un lugar público en la siguiente estación.

De inmediato pensó en el libro que él había dejado sobre la mesita de noche al marcharse. Por nada del mundo tiraría un libro a la basura, como había hecho con sus zapatillas viejas y su cepillo de dientes. Decidió que sembraría el libro y lo perdería de vista.


El día que comenzaba el verano, camino del trabajo, lo dejó sobre el banco de un parque público, y ya no pensó más en él.


Aquella tarde en que comenzaba el otoño, se encontraba en el otro extremo de la ciudad cuando empezó a llover con fuerza. Le encantaba caminar bajo la lluvia, pero estaba cansada y al ver detenerse un autobús que tenía parada cerca de su casa, decidió abordarlo para llegar sin mojarse demasiado.


A su lado, en el asiento, había un libro igual que el que él abandonó y ella sembró en verano. Casi sin respirar lo tomó y lo abrió con cuidado. En la primera hoja leyó el mensaje que ella escribió, consignando el día de la siembra y el mensaje donde daba las instrucciones precisas. A continuación había un nuevo mensaje que decía así: «Cariño, sé que crees en el destino. Si encuentras de nuevo este libro, dame una nueva oportunidad, por favor.»


Con los ojos empañados y un nudo en la garganta, tanteó el móvil en el bolsillo de su chaqueta...

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