Hola, lectores y lectoras.
Esta semana he comenzado a ver la serie "Lucifer". Me interesaba saber qué enfoque le daban a esta serie sobre demonios. Está bien, la verdad, no solo por el protagonista, Tom Ellis, muy expresivo y atractivo, sino también porque es imaginativa y bastante cómida, dentro del estilo fantástico y policíaco. Basada de forma libre en un comic, Lucifer parece haber seguido el camino de mi Liduvel, y ha salido huyendo del Infierno y de sus responsabilidades en el inframundo. Dirige una discoteca de moda y se lo pasa en grande en el mundo, pero el contacto con la Inspectora Decker le va cambiando, y empieza a proteger a los seres humanos, investigando crímenes y castigando con placer a los malvados. Por otro lado, tiene una relación con una terapeuta, que le va tratando, a cambio de sexo, explicándole el motivo de todos sus cambios. Bueno, no es la misma historia, pero algo se parece, ¿verdad? En fin. Podéis verla e ir comparando, a ver cuál os gusta más.
Esta semana, de regreso al juicio a Liduvel, Lucifer comparece como parte acusadora, dándose cuenta de que ha caido víctima de varios engaños, y de que sus enemigos van a utilizar esos errores en su contra, para derrocarle. Averigua que la decisión sobre el destino de la diablesa ya estaba adoptada antes de comenzar el juicio, y al convocar al terapeuta Damon para ser testigo de la acusación, sufre una nueva sorpresa. Pero hay muchas más cosas que ocurren en la sala estanca donde se celebra el juicio. Entrad y averiguadlo.
Besos a mis lectores y lectoras de España, Portugal, Irlanda, Francia, Alemania, EEUU y Venezuela. Hasta el próximo capítulo.
29.
Gabriel
les recibió de nuevo con una media sonrisa. Daniel no se había
atrevido a manifestar su favoritismo por Liduvel en su viaje al
mundo, pero regresó a su lado y la había tomado de la mano. Eso
era suficiente para ella. La media sonrisa de Gabriel la llenó de
esperanza. Había visto todo a través de los ojos de Daniel. Como
solía ocurrir con Liduvel, el método había sido algo irregular,
no ajustándose para nada al protocolo, pero había obrado un buen
efecto en la confusa muchacha. Gabriel sabía por otros medios que
Lea regresó al hospital con Simón y su madre la recibió con
preocupación y afecto, que ella aceptó con toda la naturalidad que
pudo, pidiendo perdón por su comportamiento y excusándose en su
pérdida de memoria, tan natural como necesaria para su integración
en el mundo que Liduvel había construido para ella.
— Continuaremos
el juicio. En el mundo todo vuelve a su cauce—anunció Gabriel,
que les ofreció aquella información, breve pero muy interesante.
— Estoy
dispuesta— asintió Liduvel, sonriendo por sus palabras, que la
animaban.
Liduvel
sonrió a Daniel y soltó su mano antes de entrar en la sala. Esta
vez, Lucifer en persona había ocupado el lugar de Derafiel, que
permanecía a su lado, aparentando estar sereno. Tanto él como sus
compañeros permanecían expectantes ante la intervención de su
Jefe. Tras reflexionar, el ángel perfecto temió que su ausencia en
aquel importante evento, pudiera precipitar su derrocamiento en el
Infierno, como de hecho había empezado a rumorearse.
Lucifer
dedicó una mirada venenosa a Liduvel. Además de sacarle de su
despacho en momentos de crisis de un nivel impensable para él, se
había enterado de que le había arrebatado un alma que había
pactado con él. La rabia que le provocó esta pérdida, acabó de
arrasarlo todo a su paso en las elegantes salas de primer nivel.
Pero debía tranquilizase, centrarse y sobre todo no debía dejar
aquel caso tan importante en manos de un inferior. Debía anotarse
el triunfo y liquidación de aquel problema.
— Con la
venia del Tribunal, me disculpo por no haber asistido a la primera
parte de este Juicio irregular, pero razones de causa mayor me
impidieron asistir— indicó Lucifer, levantándose con elegancia—
Retomando la acusación de Liduvel, en el mismo punto en lo que dejó
mi subordinado Derafiel, continuaré arguyendo que la extraña
actitud de la acusada no es innata, ni siquiera puede afirmarse que
viene dispuesta desde lo alto. Su forma de pensar –tan extraña en
una diablesa primigenia– fue impunemente inducida por un
terapeuta, que experimentó métodos totalmente cuestionables con
ella, los cuales derivaron en la extraña criatura que actualmente
es, y que no tiene cabida ni en el lado de la Luz ni en el Lado
Oscuro: una diablesa confusa, que muestra cierta piedad hacia los
humanos. Para argumentar esto, me baso en las declaraciones del
mismo terapeuta, de nombre Damon, al que se convocará para declarar
si el Tribunal opina que es necesario—continuó él, que le había
dejado en el Infierno a regañadientes, mientras estudiaba la forma
de hundir a Liduvel.
Lucifer
pensaba que nada podía hacer nada ya, ahora que la acusada estaba
bajo la protección del Tribunal, pero no perdía las esperanzas.
Ansiaba destruirla para mandar de nuevo a Damon donde le habían
hallado, al menos.
Rafael y
Miguel intercambiaron miradas significativas y una sonrisita
cómplice con Gabriel, que Lucifer captó al punto con su habitual
agudeza.
— Perdón,
señores... ¿me estoy perdiendo algo?—preguntó al punto.
— No, en
absoluto. Continua, por favor.—le pidió Gabriel, intentando
mantener una expresión neutra y serena.
— ¿Cree
pues el Tribunal que es procedente que se llame a Damon a declarar?—
solicitó Lucifer, mirándoles con ojos entornados, por si podía
percibir alguna conspiración.
— Hablando
en nombre de todos, creo que precisaríamos que el terapeuta Damon
prestase declaración ante el Tribunal, porque nos parece bastante
extraña la argumentación que expones, amigo Lucifer. La poderosa
mente de un ángel – sea del Lado Luminoso o del Lado Oscuro- no
es susceptible de un cambio tan profundo a manos de un simple
terapeuta. No somos influenciables humanos, amigo— aceptó
Gabriel, controlando su sonrisa.
— Bien,
así pues... a fin de avalar mi teoría, llamo a declarar a
Damon.—pidió Lucifer, extrañado de su actitud. Pensó que podía
ser paranoia. La sufría desde que el Infierno se había alzado para
pedir su dimisión, pero hubiera jurado que aquellos miembros del
Tribunal del Lado Luminoso, estaban conspirando contra él
El ascenso
a la sala del Tribunal resultó de lo más confortable. Damon iba
vestido con sus mejores galas, y pidió ser acompañado de Fedra,
como su antigua secretaria, alegando que quizá precisara echar mano
a su preciada memoria para su declaración. Su deseo le fue
concedido a regañadientes, y Fedra no cabía en sí de gozo. Había
solicitado asistir al juicio como público, y se la había
rechazado, igual que a miles de sus compañeros del Lado Oscuro.
Ahora, elegida para asistir como asistente de un testigo,
recopilaría chismes para esparcirlos durante eones.
Cuando
Damon entró con aire majestuoso en la sala, los miembros del Lado
Luminoso sonrieron con alegría, y esto terminó por preocupar a
Lucifer. Incluso Liduvel se dio cuenta del cordial recibimiento, con
corrientes de energía positiva circulando por toda la sala. No era
lógico que se recibiera de tal forma a un simple numerario del Lado
Oscuro como Damon. Era extraño, pero incluso ella se alegró de
verle, como en los tiempos en que la recibía en su consulta. No
comprendía qué ocurría, pero su innata intuición le estaba
diciendo a gritos que una conspiración se había gestado en un
lugar y un tiempo remoto, y estaba a punto de descubrir los primeros
resultados. También sintió que ella estaba justo en el centro de
aquella conspiración, y no sabía si eso era bueno o malo en aquel
momento. Miró a Daniel con una pregunta en la mirada, pero él no
parecía saber mucho más que ella. Solo le sonrió y le hizo el
signo de la victoria con los dedos.
— Damon,
has sido requerido por la acusación, para explicar al Tribunal qué
clase de terapia empleaste con Liduvel. En el Infierno declaraste
que esa fue la única y verdadera causa que la convirtió en un ser
extraño, sintiendo ese sucedáneo de compasión por los humanos,
que la llevó a desear pasarse de bando, a ser una fugitiva... e
incluso a la desfachatez de aspirar a ser un ángel de la guarda,
según creo.—le pidió Lucifer con voz grave y potente, con su
habitual tono teatral.
Damon
sonrió, se arregló las vestiduras con cuidado y miró al Tribunal
con expresión traviesa.
— Distinguidos
miembros del Tribunal, a requerimiento de Lucifer hablaré, juro que
será la verdad pura y dura, ahora que la amenaza del Infierno no
pesa sobre mi cabeza ni me impide sincerarme. Confieso que mentí
con todo descaro, con el propósito de llegar a este lugar, justo
en este punto de la historia. Declaro con todo conocimiento de
causa, que con la aplicación de mi terapia no desperté nada nuevo
en Liduvel... nada que ella no tuviera ya en su interior.— afirmó
Damon, sorprendiéndole.
Lucifer le
hubiera fulminado en aquel mismo momento, incluso ante el Tribunal,
pero le era absolutamente imposible. ¿Cómo podía haberle engañado
aquel puto numerario de aquella forma? Empezaba a creer que era un
caso perdido.
— ¡Alto!
¡Un momento! En el Infierno tú dijiste que habías potenciado
hasta el infinito sus ideas equivocadas y que la habías convertido
en lo que era— farfulló Lucifer, sin poder creer que aquel
energúmeno le hubiera mentido, y sobre todo, que él no lo hubiera
notado.
—Si me
lo permites, Lucifer, creo que las ideas que son equivocadas para
ti, son magníficas y resplandecientes ideas para el Lado Luminoso.
Pondré en antecedentes al Tribunal, si tienen un poco de paciencia.
Observé por mi cuenta a Liduvel durante mucho tiempo. Nunca vi
auténtica maldad en ella, como sería lógico. Al principio Liduvel
estaba afectada por un fuerte sentimiento de ira contra el que ella
pensaba que era su alma gemela, Axel, pues sentía que la había
traicionado. Cuando este sentimiento se difuminó un poco con el
paso del tiempo, Liduvel giró sus ojos sobre el mundo, y no actuó
igual que los demás demonios. Ella siempre fue diferente. Sí,
realizó su trabajo destructivo, alistó almas para el Infierno,
pero no de una forma tan convencida como sus hermanos oscuros. El
punto álgido de esa diferencia lo percibí en el Gólgota. Ese día,
ante SU sufrimiento, ella lloró, y entonces me di cuenta de que se
debía potenciar su regreso... porque ella no pertenecía del todo
al Lado Oscuro.— explicó Damon, sin morderse la lengua.
Lucifer
iba a hablar, pero Gabriel intervino, recibiendo una de sus miradas
más venenosas.
— Yo
recuerdo ese día. Como muchos hermanos, estuve en aquel monte
infame. Responde, Liduvel... en honor a la verdad ¿por qué
lloraste aquel día nefasto?— preguntó Gabriel, irritando a
Lucifer, que se sentía engañado, atropellado y utilizado.
Liduvel
se encogió de hombros. Pensó que su respuesta era muy importante
para su futuro y que sobre todo, debía de ser sincera.
— ÉL me
caía muy bien, no puedo negarlo. Sí, tras la revuelta, él se
enfadó mucho con nosotros, con toda la razón y nos castigó con
dureza, pero después creo que se arrepintió. Todos éramos
hermanos, sus criaturas perfectas, y nos había condenado al fuego y
a la oscuridad. El tiempo pasó y le noté de nuevo cordial y justo,
lleno de bondad, no solo con los humanos, también con nosotros. A
veces incluso parecía divertido por nuestras gamberradas. Y ese
día... sí, todos sabíamos que toda aquella tortura cruel entraba
dentro del Gran Plan Establecido para una nueva alianza, pero los
hombres sin piedad, le hicieron sufrir tanto que me rompía el alma.
Le vi derramar sangre, sudor y lágrimas, y lloré por ÉL, y
también por su pobre madre humana, que no estaba al tanto del plan. ¡Cómo
me recuerda Teresa a su madre! Sí, aunque sabía QUIÉN era y que
superaría todo aquello, sufrió mucho.— respondió Liduvel,
levantándose y mirando a Damon a la cara.
— Veanla,
esa era la terrible y cruel diablesa Liduvel, hace poco más de dos
mil años, según la contabilidad humana. ¿Pueden considerar que
fuera un verdadero y malvado demonio?—proclamó entonces Damon,
aunque no tenía la palabra. Gabriel sonrió ante su intervención,
sin reprenderle.
—Pero...
pero... — farfulló Lucifer, que no entendía nada, intentando
meter baza. De repente, se concentró, y a pesar de estar en aquella
sala, todo su poder le mostró la verdad que allí se revelaba: la
infiltrada en las filas infernales no era Liduvel, como le había
hecho creer Damon. Su oxidado instinto le había fallado una vez
más. El infiltrado era el mismo Damon y nunca se dio cuenta de
ello, ni siquiera en el momento en que decidió desintegrarle.
Y él
(maldito idiota que se merecía la degradación) lo había convocado
como testigo, sacándole del infierno y metiéndole en la seguridad
de aquellos muros intocables. Cómo deberían estar divirtiéndose
los del Lado Luminoso, por su gran estupidez.
—¡Tú
eres...! ¡Tú eres....!— señaló Lucifer, intentando controlar
su lengua, que estaba tan paralizada como su intuición.
— Yo
soy… permíteme que me presente, amigo Lucifer. Damon no es más
que una personalidad oculta. Mi auténtico nombre es Axel, enviado
especial del Lado Luminoso. Solicité por un procedimiento especial
la misión para ayudar a Liduvel a regresar, en memoria de nuestra
antigua amistad. Cumplí mi misión puntualmente sin ser
descubierto, pero antes de poder regresar, fui condenado a la
desintegración por pura y simple envidia de mis colegas infernales,
sin que se descubriese mi verdadera conspiración. Sin embargo la
misericordia divina no tiene límites, incluso las almas del Lado
Oscuro, desintegradas por tu furia descontrolada, tienen como última
morada el Estanque del Olvido Eterno, un lugar terrible si lo
piensas, sí, pero donde permanecen intactas y no desaparecen para
siempre como tú deseabas, pues las almas no son de tu propiedad y
no tienes poder para destruirlas. Las almas solo le pertenecen a
ÉL.— explicó Damon.
Liduvel
abrió tanto como pudo sus hermosos ojos. ¡No podía creer que Axel
hubiera arriesgado de tal forma su seguridad para ayudarla!
Damon
disfrutó con cada palabra de su discurso y aunque estaba prohibido
aplaudir o realizar cualquier gesto de apoyo que pudiera
interrumpir, los miembros de la Defensa resplandecieron hasta
deslumbrar a Lucifer, que ardía de rabia, trasluciendo por toda su
piel aquellos reflejos flamígeros propios de su personalidad.
— Y
continuando con Liduvel: tal como yo esperaba de ella, emprendió su
lento y seguro camino hacia la Luz. Yo sólo tuve que darle un
empujoncito, algo que no hubiera tenido efecto alguno… si ella no
hubiera tenido en su interior el deseo profundo de regresar.—arguyó
Damon, descubriéndose por fin ante todos tal como era, luminoso,
con sus alas blancas y perfectas, la sonrisa inmensa y brillante de
triunfador.
Liduvel no
podía creer que no le hubiera reconocido bajo aquel burdo disfraz
de numerario del Lado Oscuro. Derramó lágrimas emocionadas al
verle de nuevo tal como era la última vez que alcanzó a verle,
antes de caer en el abismo. También lloró al saber que había
estado ayudándola desde hacía mucho tiempo. Por esta causa, Axel
había sufrido durante un tiempo en el Estanque del Olvido Eterno,
no tantos eones como ella, pero eso ya carecía de importancia, era
un asunto pasado. Cierto que nunca fueron almas gemelas, pero ella
le quiso en un remoto pasado, y él, al parecer, también la quería
a su modo, cuando se había arriesgado de aquella forma por ella.
Ahora, tras eones de pura soledad, en el lugar dejado por Axel
reinaba Daniel, un numerario ex-humano poco brillante, pero
infinitamente más dulce y cálido, más próximo y fiel que él,
quien la había abandonado en el momento decisivo de la rebelión,
sin avisarla de que se echaba atrás. Eones de odio y resentimiento
contra Axel se purgaban en aquel momento, al saber que él había
intentado reparar el daño que le causó.
Fedra
tampoco daba crédito a sus ojos. ¡Había trabajado para un ángel
del Lado Luminoso! Se sentía bastante extraña, pero... ¡qué
demonios! ¡que se postraran todos los diablos ante su sabiduría!
¡Qué exquisitamente maquiavélico había resultado su plan! ¡Qué
bien urdido, que visión de futuro tenían aquellos ángeles
luminosos! Después de sobreponerse a la sorpresa inicial, se
empezó a preguntar si las cotillas serían bien recibidas en el
Lado Luminoso, porque no deseaba perderse por nada del mundo
aquellos tejemanejes que movían los hilos del Universo.
Gabriel se
comunicó de nuevo con ÉL, pues por un instante cerró los ojos y
resplandeció, deslumbrando a todos los miembros del Tribunal y a
los testigos presentes.
— Creo
que ya hemos escuchado lo suficiente. El testimonio de la verdad ha
llegado hasta lo más alto y la decisión ha sido dictada por ÉL en
persona. Quien tenga oídos que escuche: Liduvel nunca perteneció
enteramente al Lado Oscuro. Hizo mal en rebelarse, sí, pero lo hizo
más que nada para seguir a su amado Axel, no porque estuviera
convencida. Utilizó métodos incorrectos, pero se arrepintió e
intentó enmendar sus errores, y cuando decidió hacer el bien, lo
hizo muy bien. Merece una oportunidad para regresar al lugar del que
no debió salir jamás... Liduvel regresará al Lado Luminoso. Así
sea.—anunció Gabriel en SU nombre.
En ese
instante el público presente no pudo reprimirse por más tiempo y
prorrumpió en aplausos y vítores, encabezados por un entusiasmado
Daniel. Los demonios aullaron y patearon y Lucifer se había quedado
lívido y silencioso. Liduvel estaba aturdida. Creía haber
entendido que lo había conseguido, pero no podía aún creerlo. Su
sueño al fin cumplido.
Gabriel
pidió silencio, para continuar su explicación, que debían a la
acusación, para que no pensaran que aquel juicio sólo había sido
una farsa (como de hecho había sido, pero jamás lo reconocerían).
— Pero
debemos decir, en honor a la verdad, que todo no estuvo totalmente
decidido hasta que Liduvel, echando por tierra lo que había
conseguido hasta el momento, cambió el destino de Teresa y del
doctor Álvarez de un plumazo. Ahí arriesgó mucho, y a cambio
consiguió mucho. No todos los días se rompen pactos con Lucifer…
Pero no contenta con eso, aún hizo más: Liduvel renunció a su
escaso tiempo en el mundo, para salvar a unos desdichados niños. En
ese momento, aunque ya antes habíamos observado gratos destellos de
generosidad (impropia de demonios), es cuando Liduvel por fin
renunció a su egoísta deseo de regresar al Lado Luminoso a costa
de todo, y lo abandonó todo por salvar unas tristes vidas,
totalmente ajenas a ella. Es en ese momento cuando ganó realmente
su regreso.—reveló Gabriel, con una sonrisa resplandeciente.
Los ojos
de Liduvel brillaron de felicidad. Fue genial ceder a su impulso de
salvar a aquellos niños. No sólo consiguió salvarlos del fuego
(que era lo que más le importaba), sino que además se había
salvado del fuego eterno (o de la desintegración eterna).
Lucifer no
podía creerlo. Su trampa para Liduvel había terminado decidiendo
su salvación. Cerró su carpeta negra de golpe. Miró a Gabriel con
la furia incendiaria que no podía alcanzarle a él ni a nadie en
aquella sala.
— No me
importan tus almibaradas explicaciones. Considero que ha sido una
burda trampa, indigna de vosotros, que os consideráis seres
bondadosos y limpios. No solo porque ya habíais decidido sobre la
suerte de esa cerda indeseable antes de convocar este burdo
Tribunal, sino que eones antes de este momento, enviasteis a MIS
dominios a un infiltrado que se burló en mi cara. Abrís las
puertas del infierno y creáis un mundo aparte, dentro de mi mundo,
en las posesiones que ÉL en persona me legó a MÍ. Habéis roto
con todos los protocolos del comportamiento, de modo que yo también
puedo infringir las reglas. Vosotros lo habéis querido: La guerra
está en marcha, señores...—les amenazó, señalándoles a cada
uno con un dedo tembloroso de ira.
Los
miembros del Lado Luminoso no se inmutaron con su amenaza. Liduvel
tembló no por ella, sino por los humanos que caerían en el fuego
cruzado entre Luz y Tinieblas.
— ¿Qué
hay de novedad en ello, amigo Lucifer? Tú ya has roto el protocolo
anteriormente, de hecho te encanta hacerlo. Ahora mismo soportas una
rebelión en el infierno por haber roto con el protocolo de
degradación, debido a tus repetidos fallos garrafales. Reflexiona
un instante sobre tu proceder a lo largo de eones, y deberás
admitir que así ha sido. Debes darte cuenta de que no puedes
destruir a nadie. Martirizar, atormentar, sí, para eso se lo han
ganado a pulso los malvados (que bastantes oportunidades les damos
para redimirse y no podemos recuperarles) pero no puedes hacerles
desaparecer. Por eso se creó el Estanque del Olvido Eterno, para
que esas almas no desapareciesen y quedaran allí hasta el Fin de
los Tiempos. Si no fueras tan impulsivo y desintegrases a cuantos te
disgustan, no hubiera sido necesario crear ese lugar en tu mundo
oscuro.—explicó Gabriel, con voz suave y calmada.
— En
cuanto a nuestro infiltrado, en honor a la verdad debo decirte que,
si te hubieras dedicado a tu trabajo con empeño y dedicación, dada
tu inteligencia y perspicacia superior, en lugar de disfrutar una
vida relajada de lujo y despreocupación... él no hubiera podido
pasar jamás desapercibido ante ti.— aseguró Miguel, sin alterar
su voz cordial, con una brillante sonrisa burlona.
— Nuestros
mundos continuarán tal como están. La lucha de poderes continuará
como hasta ahora, para que el hombre elija el buen o el mal camino,
según lo que dicte su conciencia y el libre albedrío que ÉL les
concedió.—afirmó Rafael, con la sonrisa radiante del que se sabe
triunfador.
— ¿De
verdad? ¡Qué amables, qué justos sois conmigo, pobre imbécil
cornudo y apaleado!—rugió Lucifer, enojado por su tono
condescendiente, que le hería mucho más que los insultos—
¡Metéos a esa traidora en vuestro pálido y resplandeciente culo!
Pero no esperéis que otros continúen el camino que ella ha
abierto. Los desintegrare a todos antes de permitirles la fuga,
aunque vayan a parar al puto Estanque del Olvido Eterno. Al menos no
los tendréis entre vosotros—exclamó Lucifer, indignado. Si
hubiera tenido un cuerpo humano, en ese momento su corazón hubiera
reventado por la terrible presión.
— El
camino está abierto. Y el ingenio para solicitar el regreso o
fugarse dependerá de la voluntad de regresar de cada uno. Buenos
días, amigo. Y vuelve a tu mundo, antes de que te encuentres con un
golpe de estado. Tenemos noticias frescas y... francamente, no son
nada halagüeñas para ti...— le advirtió Gabriel señalando
hacia abajo, con aquella sonrisita torcida que exhibe quien sabe más
de lo que dice.
— ¡Pésimos
días! ¡Y que os pudráis todos!—se despidió él. Seguido de
Derafiel, Luzdel y Databiel, que aparentaban estar ofendidos y
malhumorados, cuando sentían una satisfacción interna por poseer
más argumentos que utilizar en contra de Lucifer para su
degradación.
El primero
en felicitar a Liduvel fue Daniel, quien temía que, una vez
descubierta la identidad de Axel, se despertaran en ella gratos
recuerdos de juventud, y le abandonara. Pero ella no tenía esa
intención. Primero abrazó y besó a Daniel, después sonrió a
Axel, que le tendió una mano. Ella le abrazó y le besó en la
mejilla, pero el amor que un día sintió por el que creía su alma
gemela, no hizo saltar ni una triste chispita.
— Vale.
Está bien. Te perdono— sonrió ella, con los ojos brillantes.
— Gracias,
Liduvel. No esperaba menos de tí— asintió él, sonriente— Fue
muy cobarde de mi parte no haberte avisado del cambio de planes.
Sentí miedo de que me sorprendieran conspirando. Planeé durante
mucho tiempo la forma de ayudarte. Recordaba a cada momento tu
rostro, cayendo en el abismo, con ese reproche en tu mirada, y debía
hacer algo por ti...— explicó Axel, avergonzado de su actitud en
los albores de su historia— Pero no hubieran permitido que actuara
si no hubiera demostrado que tú eras diferente. Todo fue mérito
tuyo.
— Gracias,
Axel. Gracias por todo.—asintió Liduvel, tocando su rostro
resplandeciente. Entonces volvió junto a Daniel, que esperaba este
gesto y se sintió aliviado al ver que ella no le dejaría por el
brillante y triunfador Axel.
Éste les
miró cuando unieron sus manos y se miraron a los ojos. Estaba claro
lo que ocurría y se alegró mucho por ella.
— Él es
tu alma gemela, ya lo veo. Enhorabuena a ambos por encontraros para
el resto de la eternidad. Propondré que podáis trabajar por la
misma zona. Así os veréis a menudo. No está bien separar a las
almas gemelas...—señaló Axel con generosidad y esta vez fue
Daniel quién le miró agradecido.
— Gracias,
Axel. Eso estaría muy bien. Si ambos pudiéramos trabajar en la
misma zona como aspirantes a ángeles de la guarda... sería muy
gratificante. Colaboraríamos y nos animaríamos uno al otro—
afirmó Daniel, estrechando de la cintura a Liduvel, que le abrazó
de nuevo.
Gabriel se
acercó entonces a ellos, fingiendo un enojo que no sentía.
— Por
supuesto que seguiréis luchando para conseguir ser ángeles de la
guarda. ¿Qué pensabais? ¿Que os habíais ganado el honor de estar
en los puestos más altos, contemplando todo el día SU esplendor?
Pues no. Ambos vais a trabajar duro, muy duro. Porque sois un par de
tramposos que no mostráis ningún respeto por el protocolo y aún
tenéis que demostrar muchas cosas...— les advirtió Gabriel,
interviniendo en la conversación.
Lejos de
asustarse o molestarse por sus palabras de apariencia dura, los dos
le sonrieron, estando de acuerdo con Gabriel.
— No
queremos otra cosa.—afirmó Daniel, sonriente ante el futuro.
— Estoy
esperando que me deis un destino muy difícil. Os voy a deslumbrar
con mis resultados. Soy de lo más eficiente cuando me empeño.—pidió
ella, aún pecando de falta de modestia.
Gabriel
fingió pensarlo durante un instante, pues ya había recibido
instrucciones al respecto.
— Bien,
veamos. Vamos a ver los resultados que obtienes en el difícil
barrio de Lea Pineda, Teresa Esteban, Simón Aguilar. Te
destinaremos en principio estos protegidos. Cuanta más experiencia
tengas, más protegidos podrás tener. Los del Lado Oscuro no
comprenden esto. Para ellos el secreto del éxito está en la
especialización.... pero nuestros mejores ángeles son los que
tienen mayor número de protegidos, siempre que los lleven bien,
claro está.—le dijo Gabriel. Ella estaba tan feliz que le abrazó,
aunque estuvieran más o menos prohibidas tales confianzas con un
arcángel. Él no se mostró disgustado ni distante. Al fin y al
cabo le encantaban las muestras de afecto, sobre todo si eran
sinceras.
— ¡Gracias!
No os decepcionaré.—exclamó Liduvel, con gran alegría.
—¿Y yo,
señor?— preguntó Daniel, cuyo futuro estaba en el aire, ahora
que dejaría de ser ayudante de Gabriel.
— Como
tienes un poco más de experiencia, amigo Daniel, y dado que te
hallas en la última fase de tus pruebas de acceso a ángel de la
guarda, a ti te destinaremos un trabajo más difícil: los chicos
del equipo de fútbol de Simón, que, dados los tiempos que les ha
tocado vivir, necesitan bastante ayuda para continuar en el buen
camino.—decidió Gabriel, provocando la alegría de Daniel. ¡En
el mismo barrio de la misma ciudad que Liduvel! ¡No tendrían que
recorrer grandes distancias en su escaso tiempo libre para poder
verse! ¡No había recompensa mejor a su esfuerzo!
Liduvel y
Daniel se abrazaron y Gabriel resplandecía por la gran obra que
habían hecho.
— Ya te
dije un día que una pequeña pala podía abrir un gran
agujero—bromeó Axel con Gabriel, abrazándole después de largo
tiempo de ausencia.
— Y yo
te creí y tenía fe en tus planes, amigo Axel. Nos ha costado un
poco, pero el agujero es lo suficientemente grande como para que
empiecen a pasar nuestros hermanos perdidos, y añorados durante
mucho tiempo. Sé que muchos no querrán volver, heridos en su
orgullo por el castigo recibido, pero otros ya piensan en su fuga y
tienen como ejemplo a Liduvel. Muchos volverán a nosotros. Ya es
hora de la reconciliación— asintió Gabriel, orgulloso de Axel y
de la conspiración que habían urdido con SU protección.
Hablando
amistosamente de sus cosas, ni siquiera repararon en que había
alguien del Lado Oscuro que no había abandonado aún la sala. Axel
sintió como una llamada silenciosa, se giró y la vio, allí
sentada.
— Pero
¿qué haces tú aquí todavía? ¿No deberías estar contándolo a
todo el mundo?— sonrió Axel con aire divertido, al ver a su
antigua secretaria y eficaz colaboradora Fedra.
Ella se
levantó con elegancia y miró a los presentes, que ahora la
observaban con curiosidad, pues al fin y al cabo solo era una
numeraria del Lado Oscuro.
— Verá,
señor. Cuando ha descubierto su verdadera identidad, no negaré que
me ha sorprendido un poco, y no sé si en un principio me gustó
haber servido a un ángel del Lado Luminoso. Pero lo he pensado dos
veces, y dado que la situación es bastante inestable en el
Infierno, me he dicho ¡qué narices! Usted ha sido mi mejor jefe,
con diferencia, y puedo seguir ayudándole desde allí. Supongo, que
si en esta sala se dispone de inmunidad, y no existe comunicación
con el exterior... podría aprovechar la ocasión para brindar mi
ayuda sin que el Gran Jefe se entere. Y por último he pensado que
mi humilde colaboración... algún día puede servir para que con
el tiempo, pueda incorporarme a sus filas.—propuso Fedra con
timidez, pues no sabía muy bien como sería recibida su propuesta.
Axel rió
a carcajadas. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza.
— ¡Querida
Fedra! No esperaba menos de ti. Por eso pedí traerte al
compartimiento estanco. No puede existir mejor agente doble a
nuestro servicio en el Lado Oscuro. Eres una gran candidata para
ingresar en nuestras filas.—exclamó Axel. Gabriel asintió,
estando de acuerdo con Axel.
Fedra se
sintió feliz, convencida de que lo lograría algún día, si no
terminaba en el Estanque del Olvido Eterno, del cual también podía
ser salvada de alguna forma, igual que le había ocurrido a Axel. En
todo caso había esperanza.
— Aquí
tenéis a la próxima candidata a fugitiva.—la presentó Axel,
feliz— ¿Veis como mis planes no terminaban en Liduvel? La puerta
se ha abierto. Otros intentarán pasar. Dejaremos a Lucifer sin sus
mejores efectivos, y con la revuelta ya en marcha en su mundo
oscuro.—anunció Axel a sus compañeros, que aplaudieron el éxito
de un plan trazado hacía siglos, en contabilidad humana.
— Ve,
Fedra, y trabaja para nosotros. Esparce tus rumores contra la mala
gestión de Lucifer y de alguna forma contactaremos contigo para
futuras colaboraciones. Cuídate de la ira de Lucifer y ve en paz.—
la instruyó Gabriel, benévolo con aquella numeraria que no parecía
tan malvada como para arder en el infierno.
Fedra se
inclinó ante Gabriel y miró a Liduvel antes de salir. Quería
recordar aquel rostro, aquella sonrisa triunfal, aquel resplandor
que la rodeaba. Admiraba a aquella diablesa reconvertida y por
encima de todo quisiera ser como ella, aunque le costara el esfuerzo
que le había costado.
Lo primero
que iba a hacer sería contar su gesta y contagiar a sus colegas la
admiración que sentía por ella. El primero sería su buen amigo
Delmor, después vendrían más demonios a escuchar su historia. Ni
siquiera tendría que ser ella la que fuera con el chisme por todo
el Infierno.
Ese sería
el primer paso.
(continuará)